Una vez le pedí a una amiga que me describiera el hombre ideal.
No tiene que ser – dijo– delicado o blando, sino más bien displicente; mejor… algo recio. No puede ser pobre, aunque no es necesario que sea rico. Solvente, digamos. No puede ser simple, ni complicado, ni rebuscado. Debe tener aspecto de haber viajado y se le tiene que notar mundo. De aspecto físico cuidado pero no demasiado. Debe ser atento pero no servil. Culto pero no conspicuo. Agradable que no gracioso. Firme pero flexible. Paciente pero no laxo. Con recursos dialéctico pero no charlatán. Observador pero discreto. Pervertido pero refinado. Vividor pero no golfo. Elegante pero informal. Lógico pero también con fantasía. Audaz. Valiente. Dispuesto. Con iniciativa. Fiable. Leal. Noble. Responsable. Previsor. Sano de cuerpo y mente, Y sobre todo muy cariñoso
Yo, después de aquella descripción, recogí mi maxilar inferior del suelo y mientras buscaba a mi alrededor una navaja para cortarme las venas le dije con un poco de miedo a desilusionarla.
- Pero… ¿Tú crees que ese tipo de hombre existe?
- ¡Por supuesto que no! ¡Pero tu me preguntaste por mi hombre ideal! No por lo que hay ahí afuera.
Que me proteja, que me cuide, que me haga reir, que esté en forma, pero no muy musculoso… un «payaso ninja», vamos.
http://www.disfrazdisfraz.com/4252-home_default/disfraz-de-superheroe-ninja-para-hombre.jpg