La sinceridad tiene su belleza, pero es una belleza que nadie quiere para todos los días. Le ocurre como a las modelos de pasarela, son interesantes de ver de vez en cuando, pero los hombres no las quieren como esposas, ni amantes; los niños no las quieren como madres y el resto de las mujeres las ven como hambrientas desgraciadas. Continuar leyendo