Las ideologías “democráticas” se han vuelto supremacistas, no en el sentido racial de la acepción, sino en un concepto de representación de una superioridad indiscutible sobre otras que sí lo son.
Bienvenidos a la ULTRA-POLÍTICA, un rasgo en el que ya no cabe de ninguna manera la democracia (que por otra parte jamás tuvimos)
Cada grupo político se centra en imponer la superioridad “moral” de sus ideas privilegiando descaradamente a sus iguales y segregando, y “castigando” al disidente por muy moderado que este sea.
En tales circunstancias, sustituyendo razas por ideología, el concepto de supremacía no incumple su ley.
Cuando oigo pontificar a los nuevos ideólogos supremacistas de la política me acuerdo de Groucho Marx, y pienso que cada uno debería iniciar sus discursos con esta frase:
«Nunca deberían votar o pertenecer a un partido político que admitiese como dirigentes a gente como yo»