Jóvenes; por qué se encubren

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Si observamos a los hombres jóvenes (pero a los jóvenes de verdad, no a los tipos ridículos de más de cuarenta que creen que son jóvenes porque se han hecho un tatuaje) veremos que tienen muy pocos conflictos entre ellos. Su convivencia está llena de superficiales regocijos. Son capaces de alquilar un estudio entre ocho para irse de vacaciones, comer del mismo plato ¡y con los mismos cubiertos!

Los chicos se sienten a gusto entre ellos. Se argumenta que esto es así porque desde épocas inmemoriales han necesitado unir sus fuerzas para desarrollar estrategias de caza y supervivencia. Probablemente, gracias a las eternas expediciones de conquistas hayan perfeccionado la convivencia entre ellos. ( y la habilidad para delinquir en grupo, también).
Los hombres están acostumbrados a estar juntos en todos los escenarios posibles, en las mejores y peores circunstancias.
El individualismo no es algo masculino, no puede serlo, a menos que la especie enferme y quiera autodestruirse. También se dice que los hombres son animales lúdicos por naturaleza (las mujeres prefieren llamarlos

Hay algo en las mujeres, ocasionado por los siglos de acoso, que, en asuntos
de pareja, les hace preferir, la posesión de algo previsible y seguro. En
cambio los hombres, en general, solo buscan pasárselo bien.
El principio que hace sentir a un hombre tranquilo frente a otro, es muy simple; un hombre, salvo que tenga algún trastorno de la personalidad, siempre es lo que parece. Por decirlo de una manera femenina “te lo ves venir” hasta cuando se retira.
Un hombre sabe la porquería que otro tiene en la cabeza, y está dispuesto a encubrirlo cuando aparezca la brigada contra el vicio preguntando por aquél. Es la solidaridad de dos fugitivos condenados por el adulterio y otras felonías que tarde o temprano van a cometer ¡Otra vez!
Un hombre hace por otro, lo que sabe que el otro haría por él. Así de simple, y así de animal. Para la mayoría de los hombres, fuera del sexo, no hay mejor compañía que la de otro hombre parecido, lo cual es relativamente fácil que se dé, ya que casi todos son significativamente parecidos.
Los hombres son, mayormente, cuenteros, mentirosos, con pocos escrúpulos para conseguir sus propósitos, absolutamente indignos y descabellados cuando una tía buena está paseando por su territorio visual, y ninguno ve nada reprobable en todas esas bajezas ¿Es que se puede vivir de otra manera? (Ni siquiera se lo preguntan). El grado de empatía entre hombres es tal, que pueden justificarse entre ellos los actos más infectos.

Los hombres pueden estar fácilmente muy unidos, por sus vergüenzas.

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