Jodidamente advertid@s

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Ya nos lo han advertido millones de veces; “las cosas no son como parecen”. Lo que no nos dicen es que, aunque las cosas fueran como parecen, tampoco ayudaría mucho, porque al final valoraremos todo según la necesidad que tenemos, o creemos tener, de «la cosa». Lo que lo que para ti es valiosísimo para otro puede que sea una mierda pinchada en un palo. Por eso es tan difícil llegar a acuerdos en la pareja (y en todo en general), porque cada uno da a cada cosa o situación, una importancia diferente, sin ninguna garantía de empatía en el juicio. Todo se complica porque con el transcurso del tiempo, además,  cambian nuestras apreciaciones sobre casi todo. ¿No has sentido un poco de vergüenza alguna vez al mirar cómo estabas vestido y peinado en una foto de hace diez o quince años? ¿O te has preguntado qué demonios viste en aquella pareja que tanto te gustó y que hoy ni saludarías?
El primer error que cometemos a la hora de querer comprender el comportamiento de los otros, especialmente el de nuestra pareja, es intentar encontrar una explicación lógica a sus actos. ¡Pero qué absurdo! ¿Por qué querer encontrar una explicación razonable a todo, cuando ni la pasión, ni la sensibilidad, ni el arte, ni los milagros, ni la piedad, ni la ternura, ni la frustración, ni los miedos, ni la justicia, ni el amor, ni la madre que parió a todo lo que nos gobierna, es razonable; ¡Sólo las matemáticas los son!
Las parejas que deseen compartir sus vidas en términos razonables, enloquecerán por la frustración. El ser humano es absurdo, y muchas veces ridículo. Y como tal, solo  puede amar y corresponder de esa manera. Debemos estar  dispuestos/as a consentir “cierta” irracionalidad, en todas las relaciones, cierto absurdo, y cierto; «no tiene lógica». Incluso en nosotros mismos.Mi hija adora los pájaros, por eso tiene en su habitación una jaula vacía con la puerta abierta y un cartelito dentro que dice:

                      “Esto no es una jaula vacía, es un pájaro en libertad”.

Ella tiene una relación muy satisfactoria con los pájaros, y los pájaros con ella. La relación no puede ser más perfecta, cada uno ama por separado lo que los une. O si lo prefieres, cada uno ama lo mismo de igual manera. En este caso, la libertad.
Conozco personas que aman los pajaritos y los tienen encerrados en amorosos cautiverios. Sostienen que los pajaritos también los aman a ellos porque saltan de un lado al otro de las jaulas “locos de alegría cada vez que me ven”. ¡Lógico, no se van a hacer los muertos, joder!
Todo ser libre, corre el peligro de ser apresado por ese tipo de personas a quienes le parece muy razonable tener  encerrado lo que aman en la más estricta lógica de las jaulas de su amor

Quién de verdad guste de ti, lo hará por tu aspecto, pero quien llegue a  amarte lo hará por la forma en que tú ames lo que te rodea (Quién dice amar dice valorar, respetar, proteger).

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