Hay muchas razones para humillar o despreciar a alguien que te ofendió, pero a alguien que no te ha hecho nada solo es posible herirlo como consecuencia de un olvido o un descuidoEs posible que te olvides de saludar a alguien por su cumpleaños, aún a pesar de que te habló de la fecha, o de preguntar a otro cómo salió tal o cual trámite, cuyo resultado era crucial, o saber que alguien está enfermo y no llamar o personarse para preguntar si necesita algo. En fin, que es posible meter fácilmente la pata por un descuido. Lo bueno que tienen “esos descuidos” (siempre y cuando no sean consuetudinarios) es que, las heridas que ocasionan se curan muy fácilmente con unas disculpas sinceras y un honesto gesto de constricción.
Pero hay una forma de herir a alguien que se ha portado correctamente contigo, que ocasiona una decepción que no tiene perdón, y es como consecuencia de una actitud manifiesta que revela de una manera indiscutible, el más absoluto desprecio por el otro; por sus sentimientos, su dignidad, o simplemente su ser. Y no me refiero a ese tipo de personas a las que mandas un Whatsapp preguntado algo y te contesta cuando el objeto de tu pregunta caducó, sino a algo más perverso y estúpido aún; ese tipo de persona que te manda un Whatsapp A TÍ preguntándote “cómo estás” y cuando tú le contestas ¡NO TE DEVUELVEN LA RESPUESTA! ¡Y el asunto puede ser aún más rocambolesco! cuando, después de no contestarte y tú pensar que le ha ocurrido algo y de ponerte en contacto con el/la desaprensivo/a descubres que simplemente ¡¡¡NO TENIA GANAS DE HABLAR!!!
¡Cuando crees que ya has vivido todas las estupideces que debías, viene alguien y te sorprende con una de lo más novedosa! ¡Hay que joderse!